Der Antichrist Friedrich Wilhelm Nietzsche (1888) | |||
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The Antichrist | El Anticristo, maldición sobre el cristianismo | ||
Preface | PRÓLOGO | ||
This book belongs to the most rare of men. Perhaps not one of them is yet alive. It is possible that they may be among those who understand my “Zarathustra”: how could I confound myself with those who are now sprouting ears?—First the day after tomorrow must come for me. Some men are born posthumously. The conditions under which any one understands me, and necessarily understands me—I know them only too well. Even to endure my seriousness, my passion, he must carry intellectual integrity to the verge of hardness. He must be accustomed to living on mountain tops—and to looking upon the wretched gabble of politics and nationalism as beneath him. He must have become indifferent; he must never ask of the truth whether it brings profit to him or a fatality to him.... He must have an inclination, born of strength, for questions that no one has the courage for; the courage for the forbidden; predestination for the labyrinth. The experience of seven solitudes. New ears for new music. New eyes for what is most distant. A new conscience for truths that have hitherto remained unheard. And the will to economize in the grand manner—to hold together his strength, his enthusiasm.... Reverence for self; love of self; absolute freedom of self.... Very well, then! of that sort only are my readers, my true readers, my readers foreordained: of what account are the rest?—The rest are merely humanity.—One must make one’s self superior to humanity, in power, in loftiness of soul,—in contempt. Friedrich W. Nietzsche. | Este libro está hecho para muy pocos lectores. Puede que no viva aún ninguno de ellos. Esos podrán ser los que comprendan mi Zaratustra; ¿acaso tengo yo derecho a confundirme con aquellos a quienes hoy se presta atención? Lo que a mí me pertenece es el pasado mañana. Algunos hombres nacen póstumos. Las condiciones requeridas para comprender y para comprenderme luego con necesidad, las conozco demasiado bien. Hay que ser probo hasta la dureza en las cosas del espíritu para poder soportar sólo mi seriedad y mi pasión. Hay que estar acostumbrado a vivir en las montañas, y ver a nuestros pies la miserable locuacidad política y el egoísmo de los pueblos que la época desarrolla. Hay que hacerse indiferente; no debe preguntarse si la verdad favorece o perjudica al hombre... Hay que tener una fuerza de predilección para las cuestiones que ahora espantan a todos; poseer el valor de las cosas prohibidas, es preciso estar predestinado al laberinto. De esas soledades hay que hacer una experiencia. Tener nuevos oídos para una nueva música: nuevos ojos para las cosas más lejanas; nueva conciencia para verdades hasta ahora mudas, y la voluntad de la economía en grande estilo; conservar las propias fuerzas y el propio entusiasmo... hay que respetarse a si mismo, amarse a sí mismo; absoluta libertad para consigo mismo... Ahora bien; sólo los forjados así son mis lectores, mis lectores predestinados; ¿qué me importan los demás? Los demás son simplemente la humanidad. Se debe ser superior a la humanidad por la fuerza, por el temple, por el desprecio... FRIEDRICH NIETZCHE | ||
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